Vivimos rodeados de tecnología inteligente, pero ¿somos nosotros quienes realmente la controlamos? Nuestros teléfonos, tablets y ordenadores nos conectan, nos informan, nos facilitan la vida. Sin embargo, cada notificación, cada red social y aplicación diseñada para captar nuestra atención, me hace hacerme una pregunta crucial: ¿Estamos usando estas herramientas o ellas nos están usando a nosotros?
Desde la filosofía clásica, una gran olvidada, ya nos recordaban que lo que está bajo nuestro control es lo que merece nuestra atención. La distracción que provocan estas tecnologías roba nuestro bien más preciado: el tiempo. Epicteto (filósofo estoico) decía que debemos aprender a separar lo importante de lo trivial, y recordar que nuestras decisiones sobre en qué enfocarnos determinan nuestra vida. ¿Qué es lo que elegimos priorizar?
Priorizar es una gran palabra, una gran acción tanto en la vida personal como también en la profesional. Priorizar es una palabra clave. Aquellas acciones que decidamos priorizar será en lo que nos convirtamos tanto personal como profesionalmente.
La neurociencia nos dice que las interrupciones que nos producen las aplicaciones de nuestros teléfonos no son casuales. Cada notificación activa en nuestro cerebro el sistema de recompensa, liberando dopamina y generando placer inmediato, pero también fomentando la distracción y la procrastinación. La tecnología a veces es un milagro, pero también está diseñada para capturar nuestra atención, creando ciclos de dependencia al igual que una droga. En lugar de dominar estas herramientas, en muchas ocasiones nos volvemos esclavos de ellas, desconectándonos de las tareas importantes que requieren concentración sostenida.
Desde la psicología y la psiquiatría, es evidente que el uso excesivo y mal gestionado de la tecnología puede contribuir al estrés, la ansiedad y la pérdida de bienestar. Lo que comienza como una simple distracción puede convertirse en una fuente constante de sobrecarga mental. La clave está en entrenar nuestra mente para decir «no» a las distracciones, regulando nuestra atención y protegiendo nuestro tiempo para lo que realmente importa.
Puedes desactivar las notificaciones de las aplicaciones que no son importantes, o de todas, lo que tu prefieras. Hazte un plan o guía de acciones prioritarias. Te darás cuenta de los beneficios.
Yo no estoy en contra de la tecnología, al contrario, pero la próxima vez que una notificación interrumpa tu concentración, pregúntate: ¿Quién tiene el control? La respuesta definirá no solo tu productividad, sino también tu paz mental.
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Fuentes:
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- –Epicteto (Filósofo estoico)
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- –B.F. Eskiner (Psycólogo y filósofo social, neurociencia)
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- –Adam Alter (Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York, Profesor de Marketing, escritor y divulgador)
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- –Sherry Turkle (Psicóloga y socióloga)
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- –Universidad de California (Investigaciones sobre la interrupción en el trabajo y la capacidad de concentración)